Temas a debatir para la nueva coyuntura

Las señales que aporta la campaña de la presidenta-candidata son, cuando menos, contradictorias

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Cuando a Víctor Paz Estenssoro le preguntaron si su Decreto 21060 marcaría una nueva coyuntura en el país, respondió que sí. Y con su habitual picardía tarijeña añadió: una coyuntura de por lo menos 20 años. Y así fue, el modelo neoliberal implantado a partir de ese famoso decreto duró aproximadamente dos décadas.

Según avanza el proceso electoral hacia el 3 de mayo, ¿alguien se atrevería a señalar cuál será el elemento principal de la situación que viviremos a partir de esa fecha? Respuesta muy difícil, por cierto; pero se van perfilando algunos aspectos que llegarán a ser los temas gruesos en este breve período, y serán probablemente los que marcarán la próxima etapa postelectoral.

Las señales que aporta la campaña de la presidenta-candidata (no solo con sus palabras, sino también en sus hechos, como gestión gubernamental) son —cuando menos— contradictorias. Su sola postulación, por más que esté legalmente consentida, es ya una mala señal. La orgía revanchista sigue en curso, y ha llevado a su gobierno a cometer excesos represivos y a utilizar el mecanismo judicial de formas muy parecidas a las que, de manera autoritaria, lo hizo el gobierno anterior. Algunos altos funcionarios están a punto de graduarse en el arte y la ciencia de hallarle cinco pies al gato: “Todo” lo que hizo la gestión pasada está mal, debe ser investigado, reformulado o paralizado.

Esto es percibido en muchos sectores como un afán destructivo, subordinado a mezquindades políticas circunstanciales o a intereses muy concretos de pequeños grupos empresariales que suponen que ha llegado la hora de utilizar el Estado en su propio beneficio (Entel y BoA podrían ser del caso, tomando en cuenta quienes son la competencia privada de los servicios de telecomunicaciones y transporte aéreo que prestan ambas empresas públicas).

Han surgido incluso movilizaciones en defensa de lo que se considera conquistas que están siendo vulneradas. Mucha gente se pregunta: ¿si así actúan sin legitimidad, cuando eran, o debieron ser, un gobierno “transitorio”, qué harán si llegan al poder legítimo por cinco años? Los primeros en responder a esta pregunta tendrían que ser los estrategas de las campañas electorales, tanto de Juntos como de Comunidad Ciudadana, pues ellos están obligados indagar cuales acciones suman y cuales restan votantes.

Entretanto, en filas del MAS no se advierte hasta ahora nada más que victimización y exaltación de la imagen del caudillo como la suma de virtudes ciudadanas. No han sido capaces de responder a los ataques sobre los supuestos “elefantes blancos” centrados en las empresas públicas recuperadas y/o creadas en los casi 14 años que estuvieron en el Gobierno. Ni el binomio Luis Arce-David Choquehuanca ni la inocua mayoría parlamentaria de dos tercios han aportado algo significativo en la materia.

Permanecen estigmatizados YPFB (revivido y levantado de las cenizas en que fue dejado por la gestión neoliberal). Bulo-Bulo (presentado como paradigma de industrialización del gas), ENDE (con sus avances en energías alternativas), el proyecto del litio (¿cuánto se avanzó en este delicadísimo tema, tomando en cuenta el potencial geoestratégico que posee? ¿Y qué ventajas estarían logrando con su interrupción las transnacionales asentadas en Chile y Argentina, para dejarnos fuera del escenario, por más que nuestras reservas sean mayores que las de esos países?

En fin, estos y otros temas, tanto o más importantes, están quedando fuera de los debates, debido al casi absoluto silencio del MAS, y como se sabe, “quien calla, otorga”.

De la dilucidación de los temas gruesos antes mencionados, así como los relativos a la construcción democrática surgirán las opciones de la nueva coyuntura. No hay vuelta que darle.

* es periodista.