El ‘febrero loco’ de 2020

‘Enero poco’ se tornó ‘febrero loco”, la lluvia anega viviendas, destruye sembradíos y se lleva no pocas vidas…

Imagen: Periódico Opinión

Podría pensarse que en el marco del fandango carnavalero los problemas del país se atenúan. Pero no siempre las cosas ocurren así. “Enero poco” se tornó “febrero loco”, el tiempo lluvioso anega viviendas, destruye sembradíos y carreteras y se lleva no pocas vidas. A su vez, podría pensarse que el tablero político se mantendría quieto hasta después de la cacharpaya, por lo menos. Pero tampoco fue así, algunas postulaciones generaron las correspondientes impugnaciones y crisparon el clima político. Es más, a raíz de la primera encuesta de intención de voto auspiciada por un medio televisivo, algunas fichas comenzaron a agitarse y a dar brincos atolondrados, tal como si fueran pepinos o kusillos paceños.

La encuesta, con todas sus limitaciones, márgenes de error e información precaria que conlleva, les ha despertado a una realidad que no esperaban. Tuto, el agresivo lenguaraz al servicio de Estados Unidos y de Gonzalo Sánchez de Lozada (“yanqui yokalla” le dicen en Cochabamba) no llega ni al 2% de las preferencias. Los nuevos caudillos no gozan de amplio apoyo popular como creían, tienen menos del 10% (Luis Fernando Camacho apenas ganaría en San Cruz y Marco Pumari ocupa uno de los últimos lugares en Potosí, apenas con el 4,1%). El afán prorroguista de la Presidenta-candidata le hizo bajar varios puntos, tendría un 16,6% de apoyo, aunque todavía no le llegó la factura por los tempraneros casos de ávida corrupción de la alta cúpula de Entel, designada por ella y Camacho. Es muy probable que se quede en un tercer lugar, fuera de un posible balotaje entre los que resulten en primer y segundo lugar (y si fuera así, mis amigos de Sol-bo perderán, por veletas, la soga y la cabra).

El desconcertante médico-pastor coreano, quien cambia de sigla como cambiarse de calcetín, todavía concitaría respaldo de un 5,4% de los electores. Muchas cosas pueden cambiar, es cierto, pero es innegable que se perfilan para esa hipotética segunda vuelta Comunidad Ciudadana (CC, 17,1%) y el Movimiento al Socialismo (MAS, 31,6%). Mesa, con menos enjuagues politiqueros y a pesar de los desgajamientos que ha experimentado, alcanza ese sufrido segundo lugar. Y muy sereno ha dicho que su candidatura es el factor de unidad de la oposición contra el masismo.

Con sus luces y sus sombras, pese al vapuleo constante de que es objeto, el MAS viene a constituirse en la principal corriente política del país. Podría ganar en cinco de los nueve departamentos y conquistar una potente brigada parlamentaria. En una perspectiva más bien surrealista, hasta podría ganar las elecciones en primera vuelta (si pasara del 40% y llevara una diferencia de 10 puntos sobre su inmediato seguidor).

Las preferencias detectadas en la encuesta son un formidable tapabocas para quienes buscaban extinguirlo como partido, ignorando y excluyendo a ese más de un tercio de la población que todavía se siente representada por el MAS. En tal sentido, sirve también para precisar que si bien una amplia movilización ciudadana secundó y fue la base de la conspiración sediciosa que terminó derrocando al gobierno de Evo Morales, nunca fue “todo el pueblo boliviano” el que participó, como todavía lo sostienen algunos políticos y ciertos analistas.

Sin embargo, que los dirigentes del MAS aún no batan palmas. Son responsables de haber llevado el proceso de cambio en el país a una especie de atolladero, de no haber combatido en su seno las tendencias autoritarias, de no enfrentar severamente la corruptela interna, de violar la institucionalidad democrática construida por el propio proceso. Finalmente, entre muchos otros temas criticables, son también responsables de haber dejado a la deriva a la militancia del MAS en los momentos de crisis. ¿Podrá acaso este partido en el marco de una campaña electoral enderezar el rumbo y recuperar el apoyo que tuvo? Difícil, por no decir imposible, si ni siquiera se han propuesto emprender ese camino.