Carlos Soria Galvarro Terán, Guardián de la memoria activa en Bolivia

Yo conocí a Carlos, en la Radio 21 de Diciembre de Catavi, el año 1975. EL Sindicato me invitó para ser locutora de esa emisora minera. Venía de Radio Vanguardia de Colquiri, como radialista y profesora.

Carlos, entre otras cosas, producía una Revista Informativa, que grabada en cassettes, y era distribuida en emisoras de La Paz y las minas. Entonces, lo conocí haciendo lo que empezaba a ser la prensa clandestina, en plena dictadura banzerista. Me invitó a poner mi voz en la experiencia. Ese modo de difundir noticias, durante la dictadura, fue base del trabajo del Centro de Producción Radiofónica CEPRA, pero en idiomas nativos. Y luego vinieron los RADIOTEATROS en quechua y castellano. Miles de cassettes van y vienen desde la 21 y la Pío XII. Pero vino la ocupación de las Minas en junio de 1976. Matan a nuestro querido Malaquito Huayra Jaita (Pastor Loredo) y Carlos, buscado por los agentes banzeritas tiene que huir, periplo narrado en RECORDATORIO.

Después, nos encontramos en La Paz, en 1978, en varias movilizaciones y volvemos a trabajar juntos, esta vez en Radio Continental de los fabriles. Ahí, él a cargo de programas informativos y de análisis de la realidad. Yo lectora de informativos, junto a Iván Paz y también al Padre Luis Espinal. Nuestros pasos por radio Continental y Radio Fides, se cruzaban de manera natural, con Jorge Mansilla Torres, Coco Manto y otros militantes del Semanario AQUÍ.

Yo recuerdo que ese día aciago de marzo de 1980, era sábado y esperamos la venida de Lucho a Radio Continental a realizar un programa de análisis del Cine y la Realidad de América Latina. Recuerdo a Carlos ingresando a la caseta de locución a las dos de la tarde aproximadamente; para decirnos con ojos llorosos, que hallaron el cuerpo de Lucho Espinal en Achachicala, muerto por torturas que tenía luego de sufrir un martirio largo y oprobioso; realizado en el matadero de ese lugar. Sabíamos que algo iba a pasar luego. Empezamos a cuidarnos, hasta que llegó el golpe narco fascista de García Mesa y Arce Gómez, en julio de ese año. En la incursión de los paramilitares a la reunión donde se hallaban partidos políticos de izquierda y toda la cúpula de la COB, mataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz.

Se cortaron nuestros contactos, varios compañeros se refugiaron en la Embajada de México, pero no sabíamos de Carlos Soria Galvarro, posiblemente se refiera a su corto exilio en México.

Volvimos a encontrarnos en 1983. Era la etapa de la UDP, Unidad Democrática y Popular. Vivimos una corta primavera. Se abrió un abanico de posibilidades para la Educación Popular y la Comunicación Alternativa. Encontré a Carlos en el Canal 7, que junto con Antonio Peredo, se hicieron cargo de la Dirección de Prensa. Me invitaron para ser la presentadora del informativo de este canal. También, fuimos parte de un equipo de periodistas que dio ideas y experiencia para el inicio de la Carrera de Comunicación Social en la UMSA, carrera que sólo había en la U. Católica. Se logró su consolidación.

Y, ya saben, aprovechamos espacios para avanzar en conquistas postergadas o destruidas durante la dictadura. Recuerdo la movilización de los mineros hacia la ciudad de La Paz, tomando la ciudad con la llamada TOMA DE LAS MIL ESQUINAS.

Ahí se produjeron varias rupturas en la izquierda nacional, entre grupos radicales de esa izquierda infantil y grupos revolucionarios que no pudieron hacer mucho por la orientación y la defensa de la democracia.

En 1985 ganó las elecciones, en una democracia pactada, el MNR. Inmediatamente tomaron el Canal 7 y fuimos retirados por la llamada RELOCALIZACIÓN.

Yo volví a Siglo XX a organizar el inicio de una experiencia inédita, la creación de la Universidad Nacional Siglo XX y Carlos se dedicó a la formación de la Carrera de Comunicación en la UMSA, junto a Antonio Peredo Leigue.

Carlos fortaleció el CEDOIN en La Paz y yo el CEDIB en Cochabamba, ambos Centros de Documentación e Información.

Quienes hallamos en los medios de comunicación, el espacio para acciones de fortalecimiento y el cambio de paradigma en Bolivia, nos encontramos siempre.

Quien sabe, antes de leer y comentar RECORDATORIO, yo no conocía ni la mitad de lo que Carlos hizo. Por eso es…un honor. Una responsabilidad sentida. Un acto de cariño y de respeto por Carlos Soria Galvarro Terán.

Periodista, escritor, historiador, comunicador, radialista, poeta empedernido, trotamundos, maestro, docente, cronista, es decir «UN GUARDIÁN DE LA MEMORIA». Ah… y novelista, porque aunque declarara que RECORDATORIO pretendía ser una «novela de no ficción», como dijera el cubano Leonardo Padura, también lo es. Pero ante todo es comunista, un comunista contestatario y cabal, como escribiera Javier Larraín.

La producción de Carlos, nos marca de varias maneras, los rumbos periodísticos, literarios y de militante. Veamos, sólo para nombrar los que produjeron distintas reacciones y fueron motivo de debates y aportes a las movilizaciones de organizaciones sociales, estudiantiles y políticas.

Así es, así vivió Carlos, integrando conocimiento y practica. Tanto, que para separar sus acciones por profesiones, nos encontramos con un entramado, un tejido, tan preciso que te permite reconocer en cada color, en cada signo, en cada combinación de hilos o pedazos de corazón, o símbolos, ese orden requerido.

De esa manera, Carlos es, como historiador, por ej. el encargado de resguardar el pasado, pero desde sus protagonistas, un pasado que pervive.

Me permito leer unos cuantos párrafos, que nos llevará a reconocer algunas de sus labores específicas y concatenadas:

De su padre:

1. Moraleja: la lectura no es mala, pero hay que seguir los caminos de la vida, sin dejar de estar atentos al entorno.

Sobre LA JOTA:

2. En palabras de Ramiro Barrenechea “La Juventud Comunista fue mi escuela, mi casa, mi piel, la harina de mi espiritu cereal y combatiente. Por ella descubrí que el Partido no es una categoría abstracta, que está hecho de manos, de rostros, de corazones igneos, de palomas y de cóndores guerreros……. Y hay miles de jóvenes que descubren a diario que son comunistas en los talleres en el campo, en los colegios, en los cuarteles, en la universidades e incluso en los monasterios, por qué no?” (Arsenio Mayta, nombre literario clandestino de Ramiro Barrenechea)

3. Andrés (Soliz Rada) insistía en que hay que volcar la mirada hacia dentro, a lo que pasa en nuestro país. Está bien que conozcamos lo mejor de la producción literaria mundial y en especial la de los países socialistas, pero no podemos desconocer e ignorar los que se escribe en Bolivia. Hay que leer a Mijail Shólojov (premio Nóbel) y al inspirador Nikolai Ostrovski, autor de ASÍ SE TEMPLÓ EL ACERO; pero también a Nataniel Aguirre, Franz Tamayo, Augusto Céspedes, Carlos Medinacelli, y, no sólo a Jesús Lara. Podemos entonar canciones de la guerra civil española «Oh bella ciao», La Internacional o la Marcha Cubana del 26 de julio; pero también debemos conocer, difundir y crear cuecas, taquiraris, chovenas, diabladas morenadas, etc. Pensar con cabeza propia.

4. Andrés desarrolló la idea del fortalecimiento de la nación boliviana, el Estado-Nación que supone una comunidad linguistica y, en cierto modo desaparición de los idiomas nativos. En tanto yo, siempre, fui partidario de la plurinacionalidad, que implica respeto cultural y desarrollo de los idiomas originarios, sin descartar el uso de un idioma común, el castellano, que nos posibilita la intercomunicación. Sin embargo, con sinceridad autocrítica debo confesar que avancé muy poco en el dominio del quechua y no aprendi el aymara en La Paz, a pesar de haber tenido disponibles los espacios en aimara, difundidos en muchos medios de comunicación, particularmente las radioemisoras.

5. Como poeta: (Espero no llorar…) A Soledad Barret Viedma

MARINA ERA SOLEDAD

… Los ojos parecían guardar una oculta tristeza que podía oscurecer fugazmente su semblante si apagaba la sonrisa con la que parecía defenderse todo el tiempo. Sus largos cabellos color miel-canela caían como cascadas discretas cuando desataba chales o pañoletas con los que frecuentemente los tenía sujetos, de forma algo parecida a las costumbres de las mujeres rusas o islámicas. Su voz cantarina sonaba a un tintineo de dulzura infinita, con el labio inferior un poquitín sobresaliente su hablar poseía resonancias guaranies. Un tanto espigada, de estatura entre media. y alta, su cuerpo parecía hecho a propósito para la danza, inspiraba una inmensa ternura con una mezcla de pasiones inevitables. Esto lo percibí intensamente cuando ataviada con un blanco vestido de ancho ruedo adornado con coloridas imágenes de flores, y con una vasija en la cabeza se lanzó a bailar una polka paraguaya en el espacio común estudiantil. Se conmemoraba el aniversario de fundación del Partido Comunista Argentino y había sido invitada a amenizar el acto con un baile, no se dijo que ese día también ella cumplía años. Después de las palabras y salutaciones de rigor, se armó espontáneo el círculo de los espectadores que acompañaban con pal madas el ritmo envolvente de la música dominada por el arpa. Pero fue un gesto inútil, no bailó para todos, bailó solo para mí. Salió a la pista e hizo un par de círculos sujetando con una mano la vasija, lue go se irguió más para conseguir el equilibrio necesario para soltarla y agarrando con sus dos brazos abiertos el ancho faldón del vestido se colocó enfrente mío y danzó como una diosa sin dejar de mirarme sonriente y por momentos entonar el estribillo de la canción.

Cuenta la leyenda que en un árbol

se encontraba encaramado un indiecito guaraní,

que sobresaltado por un grito de su madre

perdió apoyo, y cayendo se murió

y que entre los brazos maternales

por extraño sortilegio en chogüí se convirtió.

Chogüí, chogüí, chogüí, chogüí,

cantando está, mirando allá,

llorando y volando se alejó.

Chogüí, chogüí, chogüí, chogüí,

que lindo va, que lindo es

perdiéndose en el cielo guaraní.

Muchas Gracias