Aprovechar enseñanzas de las crisis

Ninguno de los niveles de la administración fue capaz de prever los acontecimientos.

Es algo archisabido que en situaciones críticas afloran tanto las fortalezas como las debilidades. Cuando ocurren eventos catastróficos, cuando se altera la rutina del acontecer cotidiano, se ponen a prueba las capacidades de respuesta y a la vez las miserias y mezquindades de personas, sociedades e instituciones en general.

¿Qué lecciones pueden extraerse de la rotura del relleno sanitario de Alpacoma y del trágico deslizamiento de Caranavi, dos graves eventos críticos ocurridos en La Paz las últimas semanas?

Foto: La Razón

Una primera observación es que en ambos casos primó la falta de prevención. Los hechos ocurrieron por sorpresa. Ninguno de los niveles de la administración fue capaz de prever los acontecimientos, por lo menos aproximadamente. Y que no se diga que esto no es posible, el uso de las tecnologías digitales y satelitales permite obtener información valiosa sobre el curso probable de fenómenos naturales antes considerados incontrolables. Con mayor razón en el caso del relleno sanitario, una obra artificialmente construida que demanda cálculos precisos de resistencia, capacidad de almacenamiento de los residuos, flujos líquidos, temperatura, lluvias, etc.

Un segundo elemento a considerar es la respuesta institucional ante los sucesos. Y aquí las notas dominantes fueron la falta de coordinación y el vergonzoso manoseo politiquero de ambas situaciones. En vez de coordinar acciones urgentes para enfrentar los problemas, cada quien trató de descargar responsabilidades en el otro y, lo más grave, se dedicaron a buscar culpables para defenestrarlos y sacar miserable rédito político de la desgracia.

Una tercera consideración. Lo ocurrido pone de relieve el estancamiento y la no aplicación de ciertas políticas públicas como la supervisión de obras en construcción y la metropolización diseñada ya hace varios años, en especial para los densos conjuntos demográficos urbanos de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz. Definitivamente, es imposible encarar los grandes temas de saneamiento básico, agua potable, transporte, energía y otros en el estrecho margen de pequeños municipios aislados sobreviviendo a la sombra de las grandes urbes. Para muestra un botón, los municipios de Achocalla y Mecapaca, que tan duramente exigieron el cierre del relleno de Alpacoma, dejan sus propios residuos sólidos en botaderos improvisados altamente contaminantes; la solución a estos problemas a mediano y largo plazo tendría que darse necesariamente en el marco metropolitano.

¿Por qué no se pone en práctica este modelo en el caso específico de La Paz? Por lo menos desde hace cinco años se vienen realizando consultoría tras consultoría sin registrar avances concretos. Claramente lo que falta es voluntad política tanto en el nivel de la Gobernación departamental como en el nivel central. Y en los municipios pequeños, “satélites” de La Paz y El Alto, predominan tendencias localistas y aspiraciones “territoriales” alentadas desde arriba para socavar a las autoridades municipales controladas por la oposición. A su vez, en estas prevalecen actitudes prepotentes y desconsideradas que avasallan ciertos rasgos culturales de identidad a ser tomados en cuenta y respetados. La metropolización no tendría que ser sinónimo de uniformización.

Lo interesante es que asociada a la idea de crisis, está la idea del cambio. Esto quiere decir que atravesar por una crisis implica que las cosas no queden como estaban, sino que se abran posibilidades de transformación. Depende de los actores involucrados que tales cambios sean de signo positivo y alentador. Bolivia y todos los que en ella habitamos ganaríamos si en próximas crisis no se repite el chapaleo en el fango viscoso de la politiquería. ¡Ojalá!  Soñar no cuesta.

1 comentario en “Aprovechar enseñanzas de las crisis”

  1. La solución es simple, se requiere conformar una mancomunidad municipal metropolitana de saneamiento básico

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