Andrés Soliz, Eduardo Asarrunz, Víctor Hugo Carvajal y Gilberto Villaroel hablan sobre el semanario «Prensa»

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Marcelo Arce, Carlos Soria Galvarro, Andrés Soliz Rada, Miguel Pinto y Erick Torrico, en la presentación del libro sobre el semanario «Prensa», en los 50 años del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz, (STPLP, hoy Federación).

A continuación, la entrevista realizada en Canal 13 en mayo de 1990.

Cuatro periodistas cuentan la aventura del semanario Prensa:
En 1970, el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz (STPLP) publicó un semanario en medio de una gran turbulencia política y al calor del decreto del 19 de febrero de ese año. Las organizaciones sindicales de la prensa adquirieron el privilegio exclusivo de emitir sus voceros los días lunes y, a la vez, los periodistas podían publicar sin censura sus propias opiniones en los medios donde trabajaban.

20 años después, en mayo de 1990, cuando dirigía Canal 13 tvu, reuní en el programa Temario a cuatro protagonistas de esa aventura periodística: Andrés Soliz Rada, Eduardo “Pachi” Ascarrunz, Víctor Hugo “Junior” Carvajal y Gilberto Villarroel.

Muchas veces intenté sin éxito recuperar la grabación de este programa emitido en vivo. Hasta que en un golpe de suerte, cuando ya lo había dado por perdido y olvidado, Sandro Velarde me proporcionó una copia en video, cuya versión comprimida es la que sigue. Su sabor testimonial nos traslada a una época ya fenecida y a los entretelones de un proyecto irrepetible.

Nacionalización y censura

Andrés, ¿cómo aparece ese periódico en aquellos momentos?

—Andrés Soliz Rada.- Los periódicos comerciales atacaban la nacionalización de la Gulf, los ministros Marcelo Quiroga Santa Cruz y Alberto Bailey Gutiérrez me llaman y me dicen: ¿qué podemos hacer para cambiar la prensa? Luego de algunas consultas, me reúno con ellos y les digo: podemos sacar un semanario. De ahí surge la idea del decreto del 19 de febrero de 1970. Había que lograr el espacio de los lunes para un semanario de los periodistas y la Columna Sindical, para que cada periodista tenga derecho de escribir notas de opinión sin la censura de los directores.­

Necesitábamos un medio para expresarnos libremente y el acuerdo entre el Sindicato de la Prensa y los ministros “Kid” Bailey y Marcelo permitió la edición de “Prensa”.

—Eduardo, quisiera que aportaras a lo dicho por Andrés sobre el ambiente que rodea al semanario sindical.

—Eduardo Ascarrunz.- En un contexto histórico, político y social caracterizado por un ascenso de masas, “Prensa” viene a ser la expresión y el instrumento de las inquietudes, las luchas y las reivindicaciones de los trabajadores de la prensa.

Cuando la televisión era aún incipiente, tener en exclusiva un semanario que salía los lunes era garantizar una fuerte recepción del público. Teníamos un medio de expresión propio y el derecho de réplica en los periódicos. Además, conseguimos una serie de conquistas laborales.

La bomba de los lunes

—Gilberto, “Prensa” aparecía los lunes y obviamente tenía que ocuparse del fútbol, ¿en qué medida pudo cumplir con ello?

—Gilberto Villarroel.- El deporte nuestro era la política, la realidad nacional, vivíamos enfrascados en los grandes problemas nacionales…pero se cumplió también con la parte deportiva.

—Víctor Hugo, ¿cómo hacía política ese equipo de periodistas?

—Víctor Hugo Carvajal.- Nos movilizamos para defender al general Ovando; pese a que teníamos nuestras objeciones, lo que defendíamos eran las medidas que había adoptado. Por eso, lo que caracterizó a “Prensa” fue el análisis político, económico, social y la denuncia de hechos que callaba la prensa normal, era una especie de bomba que aparecía los lunes y que todos esperaban con impaciencia.

—Leí en el primer editorial de “Prensa” que había una montaña de mistificaciones sobre la Gulf, ¿cómo encararon ese tema?

Andrés Soliz Rada.- El año 1975 la Gulf Oil Company reconoció que había gastado entre los años 1965 y 66, en Bolivia, Italia y Líbano, cuatro millones de dólares en coimas para obtener ventajas ilegales. Parte de ese dinero sirvió para que la Gulf se apropiara del gas boliviano descubierto entre los años 61 y 62 en los campos de Caranda y Río Grande. El Código del Petróleo no lo había previsto, no se sabía de quién era el gas. ypfb y la Gulf se disputaban su propiedad. El presidente de la poderosa Gulf pidió a Paz Estenssoro un decreto que le favoreciera, pero en lugar de hacerlo, él le condecoró con el Cóndor de los Andes, a fin de ganar tiempo.

Después de la caída de Paz Estenssoro el debate se define de la forma más curiosa; la Gulf le regala al general Barrientos un helicóptero de 110.000 dólares para su campaña electoral.

Barrientos, con su ministro Ricardo Anaya, firma en 1967 un decreto que entrega la propiedad del gas a la Gulf y decide que ésta venda el gas a la Argentina. Ante los reclamos del pueblo se resuelve darle una participación a ypfb, a condición de que pague el 50% del gasoducto. Pero el 90% de las reservas estaban en poder de la Gulf. ypfb pagaría el 50% del gasoducto y sólo participaría con el 10% del gas que iba a salir a la Argentina.

Toda esta serie de ignominias, frenadas con la nacionalización de la Gulf, empezó a revelar el semanario “Prensa”.

Cabos sueltos a la hora de la verdad

—Tú te ocupaste seguramente de escribir sobre casos fuertes de esa época, negociados, crímenes y otros hechos sobrecoge­dores…

—Eduardo Ascarrunz.- Barrientos se casó en Palacio de Gobierno el 10 de abril de 1969, 17 días antes de morir. Tenía la intención de declararse dictador el 1º de mayo. Esta información no estaba contenida en un documento político, sino en una carta amorosa de Barrientos a su nueva esposa. “Prensa” plantea por primera vez la hipótesis: ¿accidente o asesinato? Iniciamos una investigación que obligó a reabrir el caso de la muerte del ex mandatario.

A los pocos meses fue asesinado el dirigente campesino Jorge Soliz Román, caso que quedó más o menos claro; se sabe quiénes, cómo y por qué lo mataron.

Luego tocó el turno a dos periodistas: Jaime Otero Calderón y, el 14 de marzo, Alfredo Alexander, director del periódico “Hoy”, asesinado junto a su esposa con una bomba de alto poder explosivo. Después se supo algo sobre estas muertes, pero no se ataron debidamente los cabos. Fueron casos que el tiempo, los exilios y las lejanías no nos permitieron seguir investigando.

Los laberintos de la política

—¿Cuáles eran las temas políticos “candentes” de aquel tiempo y qué atención les daba el semanario “Prensa”?

—Víctor Hugo Carvajal.- Pocos pensaban que el gobierno de Ovando podía ser progresista. Pero, la nacionalización de la Gulf y la presencia de personalidades como Alberto Bailey y Marcelo Quiroga cambiaron el panorama.

En julio del año 70 se produjo la guerrilla de Teoponte, a donde se fueron muchos dirigentes estudiantiles encabezados por Adolfo Quiroga Bonadona. Toda la dirección universitaria de la época, un hecho nefasto, un gran equívoco de quienes los conducían. Después vino la intervención a las universidades.

—¿Qué pasaba en otros países latinoamericanos?

—Gilberto Villarroel.- El Chile de Allende estaba en efervescencia. Con el Perú se tuvo medidas casi simultáneas, a una medida nacionalista de Velasco Alvarado respondía otra equivalente del general Ovando. Lo que se estaba viviendo en Bolivia no era un fenómeno espasmódico, teníamos antecedentes que venían de más de una década, como el peronismo que traspasaba fronteras, se nutría aquí para dar frutos en el Perú y después regresaba de nuevo a la Argentina.

—¿Cómo se explica que en “Prensa” aparezcan nombres de jesuitas como Eduardo Pérez Iribarne, Pedro Negre y Luis Espinal; Aníbal Guzmán, evangelista, Juan José Saavedra, demócrata cristiano muerto en Teoponte, y otros?

—Eduardo Ascarrunz.- En el semanario “Prensa» se daba una participación plural, había sacerdotes consustanciados con las luchas­ populares. Eso explica la presencia de José Prats y los que tú nombraste. También el apoyo moral y la orientación de Federico Aguiló y otros. Agregaría a Jorge Ríos Dalenz, asesinado después en Chile.

Los bolivianos nos dividíamos entre quienes estaban al “servicio de Washington” y los otros que estábamos al “servicio del pueblo”.

No se pensaba en ese momento en una apertura democrática con elecciones. Si el mir en 1970 proponía eso o una concertación nacional como ahora, seguramente hubiera sido defenestrado.

—¿Coincides con este análisis, Víctor Hugo, tú que estás vinculado al mir?

—Víctor Hugo Carvajal.- Tres partidos generó el proceso: el eln, que fue un partido político armado, el Partido Socialista y el mir. Los dos primeros casi han desaparecido, el mir sufrió divisiones pero está vivo.

Con muy pocas excepciones, quienes hicimos “Prensa” y los principales dirigentes del stplp no éramos militantes partidistas, y eso también explica por qué sacerdotes, especialmente jesuitas, y evangélicos, trabajadores gráficos, radialistas, en fin, mucha gente nos apoyaba y alentaba.

—¿Puedes completar ese panorama en cuanto a las tendencias del momento?

—Andrés Soliz Rada.- Yo tenía la inspiración ideológica de Sergio Almaraz, quizá el mayor pensador que ha dado Bolivia en el siglo. Trabajé con él en la revista “Clarín” y ahí aprendí la estrategia nacional de defensa de los recursos humanos y naturales. Este pensamiento fue llevado al Sindicato de la Prensa y después a la primera tesis política que hicieron los periodistas, en un congreso en Cochabamba. El pluralismo en “Prensa” tenía pues los límites de esa tesis, entre los periodistas podía haber partidarios del general Barrientos, pero ellos tenían los otros periódicos.

Revelado un secreto

—¿De qué manera “Prensa” abordaba la conspiración en las Fuerzas Armadas?

—Andrés Soliz Rada.- Detectamos que la Gulf se empeñada en derrocar a Ovando y que el núcleo central de la conspiración estaba dentro del propio gobierno.

Ovando tenía alguna gente como el coronel Valencia, un célebre ministro derechista, o Antonio Sánchez de Lozada. De sólo pensar en esos nombres a uno le da calambre. Sin embargo, la tendencia dominante, por lo menos en el momento en que se impulsa “Prensa”, era la de Quiroga y Bailey, eso explica nuestra posición…

—Pero ellos salen del gabinete precisamente cuando la derecha gana posiciones…

—Andrés Soliz Rada.- Los ministros de derecha eran los que más temblaban cuando salía “Prensa” porque era allí donde apuntábamos la artillería.

Víctor Hugo y yo teníamos la misma información, yo de una fuente más directa. Ocurre que a mediados de agosto, hay una fiesta en Palacio a donde se invita al director de “Prensa”, y en medio de la recepción, con esa forma tan callada de decir las cosas que tenía Ovando, se acerca y me dice: «Andrés, hay un golpe y los responsables son el comandante del Ejército, general Rogelio Miranda, y el ministro del Interior, Juan Ayoroa”. Fuimos a la redacción de “Prensa” y pusimos el célebre titular “El pueblo a las calles, a detener el golpe gorila”, con las fotos de Ayoroa y Miranda. La denuncia frenó el golpe, pero eso no impidió que el ministro del Interior me lleve a la cárcel de San Pedro.

—¿Cómo reaccionaron los periodistas ante eso?

—Eduardo Ascarrunz.- Nosotros recibíamos la influencia del pensamiento de Sergio Almaraz a través de Andrés Soliz. Por eso, cuando el Ministro del Interior lo apresa, los trabajadores de la prensa de La Paz, en una asamblea general, tomamos la decisión de visitar subrepticiamente a algún preso en la cárcel, cada uno por su lado, y a la hora de salida declararnos presos… recuerdo algunos nombres de gente incluso mayor, como Otero, Ugarte, Luis Peñaranda y otros que no estaban muy en la onda del acti­vismo nuestro, pero que en gesto de solidaridad pasaron esa noche alojados en algunas celdas. Fue todo un símbolo que quedó muy grabado en nuestras mentes.

—¿También te declararse preso aquella vez?

—Víctor Hugo Carvajal.- Por supuesto, fue un operativo en defensa de nuestro máximo dirigente. Los periodistas éramos controlados por el Ministerio del Interior. Recuerdo que con “Gato” Salazar, José Luis Alcázar, Humberto Vacaflor y otros nos reuníamos en las mañanas en El Prado, para verificar si aún estábamos todos. Habían permanentes llamadas de amenaza, dormíamos en diferentes casas, la persecución no era de Ovando sino del ministro del Interior

Hay que reconocer que gracias a esas luchas hoy los periodistas podemos hacer muchas cosas sin estar amenazados o perseguidos.

—¿Cuál era tu información sobre la conspiración contra Ovando?

—Víctor Hugo Carvajal.- A propósito, tengo que hacer una importante acotación. Veinte años después, Andrés Soliz ha roto por primera vez el secreto profesional y nos acaba de revelar cuál era la fuente de esa información. Sólo ahora me entero, pues nunca él me lo dijo, que había sido el propio general Ovando. El ministro Juan Ayoroa me había dicho: «Si me dices cuál es la fuente, en este momento de un telefonazo lo pongo en libertad a Andrés Soliz». Por supuesto que ni Andrés, ni ninguno de nosotros íbamos a romper el secreto profesional, así se ponga en juego nuestra libertad.

—Gilberto Villarroel.- Pero ése no fue un caso aislado, la ética viene de mucho antes. Un ejemplo, Eduardo Ascarrunz ni a mí me quiso revelar, siendo yo su jefe de redacción, quién le dio los apuntes que publicamos en “Hoy” como el “Diario de Loyola”, y hasta ahora no me he enterado.

—Víctor Hugo Carvajal.- A mí quien me reveló los detalles de la conspiración fue el coronel Samuel Gallardo Lozada, ministro de Trabajo del general Ovando. Por eso es que cuando hicimos la nota para “Prensa” comparábamos con Andrés los datos que cada uno tenía. Y ésa fue la última edición de “Prensa”.

—Era el Nº 19, o sea que duró solamente 19 semanas…

—Víctor Hugo Carvajal.- Exacto. Pero nosotros preparamos el número siguiente. Como era de esperar, los comprometidos en el golpe negaron todo, nos acusaron de mentirosos, en fin. Con la información que teníamos, preparamos una edición en la que revelábamos todos los detalles de la conspiración. Esa edición ya no pudo salir. El Ministerio del Interior nos intervino la imprenta

¡Qué cerca de San Pedro está el Palacio!

—Andrés Soliz Rada.- La denuncia del semanario “Prensa” se confirmó plenamente en octubre, en vísperas del ascenso del general Juan José Torres. Cuando por fin se produce el golpe salen a la luz los conspiradores, eran los que habíamos denunciado.

Pasó un mes y medio, yo seguía en San Pedro y ahí ocurre otro hecho curioso. Los edecanes del general Ovando se pasan la guardia de la cárcel, hacen a un lado a los carabineros con sus metralletas; me acuerdo de uno de ellos, Faustino Rico Toro, que dice: ¿Dónde está el periodista Soliz? Se pueden imaginar, un preso que ve a un grupo armado reclamando su nombre piensa: han venido a matarme. “Tinino” dice: ¡salga con nosotros! Y pregunto: ¿dónde me van a llevar? Era una pregunta lógica. Y me responde: pedazo de bruto, hemos venido a liberarte.

Me llevan al Palacio de Gobierno, dónde se estaba concentrando gente en apoyo al general Ovando, y me hacen pronunciar un discurso. De esto yo pude sacar una moraleja: ¡cuán cerca está la cárcel de San Pedro del Palacio de Gobierno!

¡Y viceversa!

Una página de la historia del periodismo boliviano

—Sus palabras finales recogiendo el legado del semanario “Prensa”.

—Eduardo Ascarrunz.- Nosotros actuamos con nobleza, con entrega y convicción por los ideales. Para mí, a la vez de ser un ejercicio gratificante, fue una lección inolvidable.

—Gilberto Villarroel.- Fue una escuela de la cual todavía no me gradúo, un buen principio para una lucha que todavía ha de ser larga.

—Víctor Hugo Carvajal.- Fue una etapa heroica, demostramos los valores del periodismo nacional, en servicio al país y a la comunidad.

—Andrés Soliz Rada- Creo que hay que recordar a “Prensa” solamente como una lucecita de rebeldía del periodismo boliviano. Si algo caracterizó a “Prensa» es que fue un grupo de gente honrada, incorruptible.

(Semanario Pulso. La Paz, mayo de 2001)

1 comentario en “Andrés Soliz, Eduardo Asarrunz, Víctor Hugo Carvajal y Gilberto Villaroel hablan sobre el semanario «Prensa»”

  1. Reynaldo Garcia Cardenas

    Interesante entrevista .Nunca escuche a leí esta entrevista. Me trae el recuerdo de Gilberto Villarroel, gran amigo del que perdí su huella.

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