La incoherencia manda

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Aquí y Ahora. La Razón 20 de noviembre de 2016/

Rafael Puente ha dicho hace poco que falta realismo político a la conducción del partido de gobierno en lo relativo a la repostulación. Una crítica sensata de un antiguo militante de proceso de cambio, planteada en términos constructivos y fraternales. Puente no puede ser tildado de irreflexivo y menos de estar al servicio de la derecha o del imperio; pero se queda corto.

Muchos se preguntan, entre ellos quien escribe esta columna, si hay realmente un nivel de conducción en el partido de gobierno. ¿Existe un núcleo de dirección que analiza las complejas y cambiantes coyunturas, que debate y señala rumbos para el accionar político cotidiano? Por las incoherencias que vemos a diario es fácil llegar a la conclusión de que dicha conducción no funciona, o más directamente, no existe. Pareciera que el proceso se mueve al compás de impulsos intuitivos de sus líderes, particularmente del presidente Morales, los mismos que no siempre son acertados y oportunos. Decir una cosa y en la práctica hacer algo diferente es incoherencia, con todas sus letras.

Volviendo al tema de la repostulación, por ejemplo en balance colectivo tras el referéndum del 21 de febrero, llegan a la conclusión de que el tema debe ser abordado el 2018 y no antes. Esta decisión no se ha cumplido, pues a ojos vistas se viene haciendo todo lo contrario.

Se reducen los ingresos del país por la baja de los precios de nuestros productos exportables, pero las señales de austeridad brillan por su ausencia. Al contrario, aparecen síntomas de una “burocracia insensible y satisfecha” (como decía Lechín, refiriéndose a los movimientistas en el poder).

Se habla de autonomías y de hacer funcionar las atribuciones y competencias de los diferentes niveles del Estado, pero se ponen todas las trabas posibles a las autoridades electas que no son del bando oficial y se impone la tendencia a centralizar recursos. Se busca con ello continuar con la entrega desenfrenada de obras y obritas, no siempre adecuadamente priorizadas y con mayores riesgos de manejo irregular, aspecto que a su vez contradice el lema oficial de cero tolerancia a la corrupción.

Existen muchos desafíos y grandes proyectos de transformación, pero en vez de responder a los opositores con información precisa y con sólidos argumentos, el Gobierno se muestra empeñado en buscar triquiñuelas judiciales para inhabilitarlos. ¿Qué estrategia puede ser esa que brinda a los líderes opositores gran cartelera mediática y posibilidades de aparecer como víctimas?

Sin desmerecer todo lo bueno que se haya podido hacer en el tema sensible y vital del agua, ¿cómo no advertir que el asunto, especialmente en las ciudades, requería ser altamente priorizado y mejor atendido desde hace bastante tiempo?

Los responsables del proceso, si los hay, parece que no se ubican en la realidad; han perdido la capacidad de reconocer las fallas en que incurren con tanta frecuencia. Con solo recuperar la sencilla fórmula de austeridad, eficiencia y transparencia, darían un gran avance. Deberían recordar que el pueblo no solamente reclama coherencia, sino que sabe tomar muy en cuenta cuando ella está ausente.

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