Alfredo Ovando Candia en imágenes

Hay personajes históricos que dejan zonas oscuras, sea por la complejidad y el dinamismo en el que se desenvuelven, o por el aire de misterio con el que rodean sus actuaciones. Suelen legar enigmas sin resolver, o numerosas dudas que dificultan la labor de cualquier investigador. Los hay también quienes emitieron en vida señales muy contradictorias que obligan a una mayor indagación documental y testimonial para lograr apenas meras aproximaciones, ya que es casi imposible arribar a conclusiones definitivas. Uno de tales personajes en la historia boliviana en la segunda mitad del siglo pasado es, sin lugar a dudas, el general Alfredo Ovando Candia. A continuación presento algunas pinceladas vivenciales para ayudar a comprender al personaje y su contexto.

Septiembre de 1969. En las universidades bolivianas se vive un radical viraje hacia la izquierda, en gran medida provocado por la muerte del Che. Hay una dura estigmatización de los jefes militares, ellos aparecen mencionados en estribillos irreverentes junto a gorilas argentinos como Onganía. Barrientos muere en un extraño accidente de helicóptero en abril y Siles Salinas gobierna en la cuerda floja; pero los servicios de Inteligencia no descansan, se dan modos para detectar y aplastar a Inti Peredo, sucesor y heredero del Che que había anunciado su “retorno a las montañas”. Era el martes 9 de septiembre.

El viernes 26, el mismo día en que sucumbió en Viloco el equipo completo de The Strongest, Bolivia amanece con nuevo gobierno, Ovando a la cabeza. La reacción inmediata es: “Los militares que ya gobernaban desde el Gran Cuartel de Miraflores, ahora lo harán desde la plaza Murillo (…) este es un golpe de Estado de la CIA y el Pentágono”. Pero minutos más tarde, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Alberto Bailey y Mariano Baptista aparecen de ministros. ¡Era como para no creer! Pocas semanas después, la Gulf Oil es nacionalizada. Hasta los más escépticos tienen que admitir que con Ovando corren otros vientos.

En julio del año siguiente, 1970, a contrapelo de la más mínima racionalidad política, la dirección estudiantil universitaria, convertida al Ejército de Liberación Nacional (ELN), aprovecha la buena fe del Ministro de Educación y simula una participación en la campaña alfabetizadora para introducir a Teoponte una columna guerrillera no preparada e inoportuna. La respuesta militar es draconiana: ni heridos ni prisioneros, todos muertos. ¿Ovando dio la orden o simplemente la consintió?

Mediados de agosto. En una recepción en Palacio de Gobierno, Ovando sigilosamente y casi al oído le dice a Andrés Soliz Rada que dos de sus ministros están embarcados en un nuevo golpe de Estado. Soliz es director del semanario Prensa, que sale con exclusividad los lunes con base en el decreto gubernamental de enero, que a su vez crea la columna de opinión de los periodistas, sin censura de los medios donde trabajan. Solo 20 años después Soliz revelaría que la fuente para esta información que provocó su encarcelamiento y el cierre del periódico sindical era el propio presidente Ovando.

Un salto a 1980. En el proceso de recuperación de la democracia, se formó la Unidad Democrática y Popular (UDP). Vuelto del exilio, Ovando es invitado a formar parte de la dirección de esa alianza política. En una de las primeras reuniones, revela que en la Escuela de Estado Mayor de Cochabamba con asesoramiento argentino se prepara un golpe de Estado, como ejercicio de pizarra. Dice que el grupo involucrado no es mayoritario en las Fuerzas Armadas, pero tienen posiciones de mando y pueden lanzarse a cualquier aventura. Tal cual ocurrió el 17 de julio… Algo quema es el documental que sobre este personaje acaba de presentar su nieto, Mauricio Alfredo. Difícil tarea, ni duda cabe.