Marcha al Norte (bis)

Con motivo de las fiestas julias, me enteré que un conjunto de instituciones paceñas auspicia una “Marcha al Norte” (21 al 24 de julio). Inmediatamente me vino a la memoria una marcha similar efectuada por estas mismas fechas pero, … ¡40 años atrás!

Vivíamos los primeros meses de la recuperación de la democracia (10 de octubre de 1982) y existía un marcado optimismo por la llegada de Hernán Siles Zuazo al gobierno a la cabeza de la UDP (Unidad Democrática y Popular, coalición de los partidos de izquierda). Yo hacía mis primeras armas en el medio televisivo, como Director de Noticias de Canal 7.

Evocamos a continuación algunos aspectos sobresalientes de esta experiencia, con la pretensión de establecer, si cabe, ciertas semejanzas y diferencias con la realidad actual.

La de 1983 fue una marcha de composición heterogénea, participó una gran diversidad de instituciones públicas y privadas embarcadas en una caravana de aproximadamente 80 vehículos motorizados.

El tramo cubierto la primera jornada fue entre La Paz y Palos Blancos (parte alta del río Beni), cerca de 240 km de camino de tierra. El segundo día recorrimos de Palos Blancos a Rurrenabaque- San Buenaventura (unos 210 km) pasando por Yucumo (en ese tiempo apenas un campamento del Servicio de Caminos donde se bifurca el camino hacia San Borja). Hay que recordar que Rurre y San Buena son municipios ubicados casi frente a frente en ambas orillas del río, beniano el uno y paceño el otro. Según el último censo (2012) Rurre sobrepasaba los 20.000 habitantes, en tanto que San Buena tenía alrededor de 10.000 y Yucumo cerca de 5.000.

La tercera jornada no hubo marcha, sino una concentración campesina y popular para recibir al Presidente que había llegado en helicóptero. Siles Zuazo frente a la multitud renovó la oferta de un ingenio azucarero y presentó los decretos supremos que revertían al Estado inmensas parcelas de tierras fiscales que se habían dotado ilegalmente personeros de los regímenes militares. Primera señal de que el norte no solo eran bellos paisajes de intenso verdor, fauna muy variada, turbios ríos caudalosos y endiablados caminos llenos de fango, sino que también ya existían expresiones de un potencial conflicto social por la tierra.

El cuarto día la caravana llegó hasta Tumupasa (algo más de 50 km) tropezando en el camino con un numeroso grupo de pobladores del sur del país, aspirantes a colonizadores, atraídos al lugar con promesas de reparto de tierras. El fugaz bloqueo se despejó muy pronto con la promesa de las autoridades de tomar nota de las demandas planteadas. Captamos entonces una nueva señal: los problemas del lugar sobrepasaban lo estrictamente local. Fue ahí, en Tumupasa que los responsables de la caravana decidieron el retorno inmediato, suspendiendo el tramo final diseñado hasta Ixiamas (otros 60 Km). Olfatearon un conflicto mayor.

Y no les faltaba razón. El arquitecto Loayza, responsable de la Corporación de Desarrollo de La Paz, había detectado que una empresa contratada por las anteriores autoridades para el desbosque de un extenso territorio había realizado solo un tercio de lo pactado no obstante de haber cobrado por la totalidad. Los pobladores de San Buenaventura exigían que los estafadores devuelvan el dinero, entretanto quedaría retenida la maquinaria que querían retirar en 12 vuelos de un avión Hércules (un bulldozer por cada vuelo). Pero el pequeño gran detalle era que la única pista operable quedaba al otro lado del río, es decir en Rurrenabaque. Los empresarios ofrecieron a los benianos –si conseguían pasar la maquinaria– transportarles gratuitamente toda la carga que quisieran traer en los 12 vuelos inevitablemente vacíos desde La Paz. Era una oferta tentadora y los benianos cayeron en la trama. Bloqueo contra bloqueo. La “Marcha al Norte” se quedó varada en San Buenaventura por más de tres días. La segunda parte de esta historia será contada la próxima quincena. 

Carlos Soria Galvarro es periodista.