José Luis Cueto, ¿periodista y/o sabueso?

El ejemplar más antiguo de la revista “Temas en la crisis” que poseemos en nuestra salteada e incompleta colección está datado así en su cubierta interior: “Año V Nº 22 abril 1984 La Paz Bolivia”. En tanto que el último que hemos logrado incorporar es de junio/julio 2012, con el número 84.

TEMAS CRÍTICOS
En la mayor parte de los números la estructura de la publicación es la siguiente: José Luis Cueto Arteaga como director, una docena de preguntas acerca de algún tema crucial de actualidad reunidas en un cuestionario único que responden igual número de personas vinculadas al tema o conocedoras del mismo; al cierre, dos o tres artículos firmados sin relación al tema del cuestionario. En el número 59, de noviembre de 2001, se recopila los 59 temas ya tratados, que van desde Inflación-devaluación, Privatización, La política exterior, Exportaciones no tradicionales, Gas, otra esperanza que se esfuma, La metropolización, etc. Quiere decir esto que desde 1970 año en el que habría aparecido el primero, hasta 2012 en el que al parecer se publicó el último (Nº 84) Cueto ha dejado construido en más de 30 años un impresionante mosaico de opiniones sobre los más diversos temas que afectan al país. Cabe hacer notar que las últimas apariciones fueron sumamente espaciadas, por ejemplo en la mencionada Nº 84 se anuncia que aparece luego de tres años y medio de interrupción, además incluye diversidad de temas y autores rompiendo el formato monotemático que cateterizaba la publicación. Con todo, quiérase o no, este es un importante legado para el conocimiento de Bolivia, útil para investigaciones sobre el pasado reciente así como también sobre aspectos de actualidad. Sería interesante que alguna institución, quizá el mecanismo del Depósito Legal, u otra dependiente del Archivo y Biblioteca Nacionales, se ocupase primero en armar una colección completa de las ediciones y luego divulgue su contenido en índices temáticos, homónimos y también cronológicos.
Sería una manera de honrar la paciente, solitaria y esforzada labor, por lo general con un escaso soporte publicitario, de un extraño periodista.

RAREZAS
Hay pues muchas cosas extrañas en la vida de este colega y comenzaré relatando en primera persona lo poco que la conozco. Supe de su existencia porque su nombre aparecía como director del periódico Unidad, órgano central de Partido Comunista de Bolivia (por ejemplo en los números 19 al 25, de mayo de 1956 a febrero de 1957). A la caída del gobierno del MNR el 4 de noviembre de 1964, los agentes del tenebroso “control político”, a tiempo de huir por los tejados, de la ola de rebelión popular, dispararon sus armas al interior de las celdas en el sombrío caserón de la calle Potosí (desde entonces en poder de la UMSA). Muchos alcanzaron a protegerse de la balacera con almohadas y colchones (entre otros recuerdo por las fotos publicadas en la época, salieron ilesos del trance Simón Reyes e Inti Peredo, ambos del PCB y el dirigente universitario falangista Guido Strauss Ivanovic. La suerte de José Luis Cueto fue distinta: lo recogieron a punto de morir desangrado con 9 tiros incrustados en su enjuto y desgarbado cuerpo. El comentario generalizado que circulaba aquellos días, era que Cueto salió con vida de puro milagro.
A mi llegada a La Paz, a los pocos días de los sucesos, se me pidió donar sangre para el camarada “cuetillo” como lo llamaban con afecto. Y así lo hice en la Clínica Santa Isabel, ubicada entonces en la plaza Isabel La Católica.
Se supo poco después que gracias a gestiones del PCB Cueto fue trasladado a Moscú para completar su curación. Pasaron varios años, quizá hasta un quinquenio, en que esporádicamente llegaban escasas noticias: que se había recuperado totalmente, que tenía un trabajo estable en la agencia de noticias TASS, que se había casado, que le nacieron varios hijos, etc. Hasta que en una reunión del Comité Central, alrededor del año 70, varios de sus miembros interrogaron por qué razones Cueto no retornaba al país y consideraban como si gozara de un trato privilegiado. No fue más, sin mayores consideraciones, sin pedirle su opinión, la decisión fue adoptada: José Luis Cueto debe volver al país en condición de militante de base del PCB. Ignoro el tiempo que tomó la ejecución de la medida pero se supo que había retornado cargando su familia y con profundo resentimiento contra los dirigentes del PCB a quienes no les dio ni el saludo. Su nombre apareció vinculado a comisiones de información y propaganda del Partido Demócrata Cristiano. Instaurada la dictadura de Banzer en 1971, corrió la versión de que hacía trabajos de asesoramiento al ministerio de Gobierno. En dos ocasiones tuvimos la cuasi confirmación de tal rumor: a un compañero que encontró en la calle le ofreció un trabajo de consultoría, cuando éste se presentó en su oficina, Cueto lo retuvo y lo entregó a los agentes de la represión. En otra ocasión dos agentes del ministerio de Gobierno, llegaron al distrito minero de Siglo XX con un boletín impreso en esténcil, un plagio perfecto del boletín que el Comité Regional del PCB emitía en la localidad, obviamente de manera muy hábil introducía dos o tres elementos destinados a confundir a la militancia y en general a los trabajadores mineros, la conclusión fue que Cueto pudo haber sido el ejecutor de esta acción provocadora.
Pasaron los años y lo encontramos en los medios periodísticos paceños, con su revista “Temas en la crisis”. Presumía de ser un hombre siempre bien informado, especialmente del pensamiento y los movimientos de las élites políticas y de los jefes militares. Pero ahí no acaba la cosa: por el libro de Jaime Iturri “EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia” (Ed. Vaca Sagrada, La Paz, noviembre de 1992) nos enteramos que la trampa en la que había caído la cúpula del ejército katarista en ciernes, había sido montada nada menos que por José Luis Cueto; les ofreció y llegó a “venderles” algunas armas que eran el cebo para capturar a los dirigentes (los hermanos García Linera y sus compañeras, Felipe Quispe, el “Mallku”, y otros).
No quedaba sino evitar los acercamientos que se empeñaba desarrollar el sujeto, enterado seguramente de nuestra ruptura con el PCB. Además, obviamente, atar bien la lengua ante oídos erizados que busquen captar nuestras ideas para transferirlas a quien sabe qué niveles de “seguridad” del Estado.
Llama la atención que José Luis Cueto, dos décadas después, en el Nº 84 de “Temas en la crisis” (que reiteramos, nos parece el último, pues este falleció a mediados de 2013)* confiesa abiertamente su intervención y es más, la justifica, supuestamente en aras de evitar una confrontación étnica en el país:
“Circunstancias casuales y muy especiales, exigieron nuestra activa participación en estos hechos. Lo hicimos sin retaceos, con la conciencia plena, como bolivianos, que era imperioso evitar, cortar, el desarrollo de un movimiento armado esencialmente étnico”.
La afirmación está contenida en un largo editorial que denomina Espacio del Director y en el que hace muchas otras discutibles aseveraciones sobre el rol de los Estados Unidos, sobre García Linera, el Mallku y el EGTK, además de criticar duramente a Evo Morales, entonces presidente en funciones. Mucha tela para cortar y muchos hilos para desenredar… ¿quién se anima?

* Luis Oporto Ordóñez, Temas en la crisis de José Luis Cueto Arteaga (1932-2013). Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional, Vol. 10 núm. 42 La Paz, febrero, 2016.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio